EMOCIONES BÁSICAS: El miedo

El miedo es una de las 6 emociones básicas.

Es una de las primeras que experimentamos y su función es la de salvarnos. El miedo es ese instinto de supervivencia que hace que evitemos cosas o huyamos si no vemos posibilidades de éxito ante el peligro. Por eso es por lo que decimos que nos salva.

Existen miedos universales como el miedo a ruidos fuertes (sobre todo en lo que a respuesta fisiológica se refiere, estos estímulos nos sobresaltan), a la oscuridad, a los extraños, a determinados animales, a las alturas, al agua, a la pérdida de vínculos importantes para nosotros…

Las principales respuestas del miedo son ataque, huida o bloqueo.  En ese orden nuestro cerebro, de manera innata e involuntaria, valora el estímulo que genera el miedo y, en función de las posibilidades de éxito que tenga responder de una manera u otra, actuará. Es decir, si me encuentro con un depredador, mucho más grande que yo, pero más lento, es muy probable que la respuesta más ventajosa sea la huida. No así si además de más grande que yo es más rápido. Aquí es cuando aparece el bloqueo. Si mi cerebro ve alguna posibilidad de luchar o de huir se va a activar una respuesta activa, sin embargo sin ve que nuestras posibilidades son nulas, se bloqueará. Nos quedamos quietos, con la respuesta de miedo al máximo durante un tiempo no muy prolongado, pero en ese estado de “por si acaso”. Si pasa ese tiempo y, efectivamente, no tenemos ninguna posibilidad de éxito, nuestra activación baja incluso, si la situación es muy extrema, podemos llegar a desmayarnos.

Como hemos visto, las reacciones no son mejores ni peores, sino que dependen de la situación y posibilidades de éxito que tengamos. Lo realmente importante respecto a la emoción del miedo es que una vez el estímulo ha pasado, nuestro cuerpo ha de volver al estado anterior de tranquilidad o calma.

Cuando la respuesta del miedo permanece demasiado tiempo activada o se vuelve muy intensa cuando pierde su función principal y pasa a generarnos daño.

De esta manera puede que el miedo se active aunque no haya peligro, de una manera desproporcionada o incluso responder ante esta emoción de manera extrema e inestable.

Es en estas ocasiones en las que el miedo se tinta de ansiedad, pánico o estrés y puede ser dañino para nosotros, generándonos gran malestar. Entonces el miedo pierde su razón de ser y su función principal (salvarnos).

Es en estas situaciones cuando aparece el miedo al miedo. Este proceso es algo cíclico, que comienza focalizándose en algo “potencialmente peligroso”, es decir, escaneamos las mil posibilidades que pueden ser peligrosas de cada situación, los famosos “y si…”. Esto hace que entremos en bucle y no podemos dejar de pensar en ello, activando la respuesta fisiológica del miedo y nuestro cerebro solo ve la solución de la evitación, aún así, esas posibilidades que valoramos como “potencialmente peligrosas” son demasiadas, están por todas partes, por lo que nuestro cerebro se mantiene en una alerta constante “por si acaso”.

Si el miedo te paraliza, no eres capaz de volver al estado de calma, estás en constante alerta y te impide avanzar en tu vida, la terapia puede ayudarte a lidiar con ello.

💜

[ Si tienes cualquier duda sobre comenzar un proceso de terapia, no dudes en escribirme desde el apartado de “contacto”, resolveré tus preguntas encantada]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*